Inicialmente prevista a largo plazo, la autorización electrónica de viaje para Japón podría ver la luz antes de lo previsto. El Primer Ministro, Shigeru Ishiba, ha anunciado que quiere acelerar la introducción de la versión japonesa de la ESTA para controlar mejor la llegada de viajeros. Se trata de una medida clave, ya que el país se propone alcanzar una afluencia récord de turistas de aquí a 2030.
Japón está acelerando su transformación en una potencia turística al tiempo que trata de gestionar mejor la creciente afluencia de visitantes.
En la reunión del 26ᵉ del Consejo Ministerial para la Promoción de Japón como Nación Turística, el primer ministro Shigeru Ishiba anunció varias medidas estratégicas. Entre ellas, el desarrollo de infraestructuras, la modernización de las puertas de entrada regionales y, sobre todo, la introducción acelerada de la autorización electrónica de viaje «JESTA», una versión japonesa del ESTA estadounidense.
Espero que haga todo lo posible por aumentar el atractivo del turismo regional, desarrolle un entorno propicio para la acogida de turistas que incluya redes de aviación y transporte secundario, y adelante el calendario de introducción de la versión japonesa del ESTA (Electronic System for Travel Authorization).
Shigeru Ishiba – Primer Ministro de Japón | 18 de marzo de 2025
Este anuncio llega en un momento en que el país también se enfrenta al reto del turismo excesivo, sobre todo en lugares emblemáticos como el monte Fuji.
Una autorización electrónica de viaje para controlar la afluencia de turistas a Japón
Considerado durante mucho tiempo un destino remoto y exclusivo, Japón ha visto cómo su popularidad se disparaba en los últimos años. En 2023, el país recibió a más de 25 millones de visitantes extranjeroscasi 37 millones de viajeros internacionales en 2024. El País del Sol Naciente aspira a alcanzar el ambicioso objetivo de 60 millones de visitantes extranjeros en 2030, lo que generaría un gasto turístico estimado en 15 billones de yenes.
Ante esta dinámica, el Gobierno quiere controlar mejor el flujo de visitantes introduciendo una autorización electrónica de viaje, un sistema inspirado en el ESTA estadounidense o la reciente ETA del Reino Unido.
Actualmente, los nacionales de los 71 países siguientes pueden permanecer en Japón hasta 90 días sin visado (con algunas excepciones):
- Alemania, Andorra, Argentina, Australia, Austria, Bahamas, Barbados, Bélgica, Brasil, Brunéi (30 días), Bulgaria, Canadá, Chile, Chipre, Corea del Sur, Costa Rica, Croacia, Dinamarca, El Salvador, Emiratos Árabes Unidos (30 días), Eslovaquia, Eslovenia, España, Estados Unidos, Estonia, Finlandia, Francia, Grecia, Guatemala, Honduras, Hong Kong, Hungría, Indonesia (15 días), Irlanda, Islandia, Israel, Italia, Lesoto, Letonia, Liechtenstein, Lituania, Luxemburgo, Macao, Macedonia del Norte, Malasia, Malta, Mauricio, México, Mónaco, Noruega, Nueva Zelanda, Países Bajos, Panamá, Polonia, Portugal, Qatar (30 días), Reino Unido, República Checa, República Dominicana, Rumania, San Marino, Serbia, Singapur, Suecia, Suiza, Surinam, Tailandia, Taiwán (15 días), Túnez, Turquía y Uruguay.
Pero con el nuevo sistema, estos viajeros tendrán que rellenar una solicitud de ETA en línea antes de su partida, lo que permitirá a las autoridades japonesas comprobar su información de antemano.
El objetivo es doble: agilizar los trámites de inmigración y reforzar la seguridad fronteriza. Este proceso digital está pensado para evitar interminables colas a la llegada y anticipar mejor los flujos turísticos.
Sobreturismo: la necesidad de adaptar lugares emblemáticos
Si bien el auge del turismo supone una bonanza económica, también plantea grandes retos, sobre todo en lo que respecta a la gestión de las multitudes y la preservación del medio ambiente.
El monte Fuji, símbolo de Japón y Patrimonio Mundial de la UNESCO, es uno de los lugares más afectados por el exceso de visitas. Cada verano, miles de excursionistas acuden en masa a sus laderas, creando una presión considerable sobre las infraestructuras y el ecosistema.
En respuesta a esta situación, las autoridades han decidido duplicar el precio de la cuota de escalada, de 2.000 a 4.000 yenes (unos 24 euros), para el sendero de Yoshida que conduce a la cumbre del monte Fuji, de julio a septiembre. Esta medida sustituye a la contribución voluntaria introducida en los últimos años para financiar el mantenimiento de los senderos, la recogida de basuras y las cuotas de visitantes para evitar la masificación. Pronto todos los senderos podrían estar cubiertos por este impuesto.
Otras ciudades emblemáticas, como Kioto, también están estudiando soluciones para gestionar mejor la afluencia de turistas. La capital cultural de Japón estudia aumentar la tasa turística aplicada a los visitantes, con el fin de financiar la conservación de su patrimonio y limitar el impacto del turismo de masas.
Un equilibrio entre atractivo y preservación
«Es esencial que las zonas regionales puedan disfrutar de las ventajas de atraer turistas. Por ello, les pido que trabajen para hacer avanzar la industria del turismo inteligente que crea un alto valor añadido y genera beneficios, al tiempo que aplica medidas para prevenir y frenar el turismo excesivo, incluida la expansión horizontal de los estudios de casos de éxito», declaró el Primer Ministro japonés.
Japón se encuentra en un punto de inflexión estratégico en su gestión del turismo. Por un lado, el país quiere facilitar la llegada de viajeros extranjeros mediante procedimientos modernizados como la autorización electrónica de viaje y el visado electrónico. Por otro, toma conciencia de la necesidad de regular ciertos flujos para preservar sus lugares más frágiles.
Estas nuevas medidas, que combinan tecnología y regulación, reflejan la voluntad de desarrollar un turismo más sostenible, que garantice una mejor experiencia al visitante y preserve al mismo tiempo el patrimonio natural y cultural de Japón. Un enfoque que podría inspirar a otros destinos que se enfrentan a los mismos retos.